Por: Marcos Marín Amezcua. Catedrático de la UNAM
Estamos ante un hito de nuestra historia patria. Una mujer alcanzó por la vía de las urnas la máxima magistratura de nuestro país. Desde la Presidencia de la República, por mandato constitucional, será la primera Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas, apegada a los lineamientos que el derecho castrense estipulé en el tratamiento y el rango que comporta.
La doctora Claudia Sheinbaum Pardo expresó el pasado 15 de agosto de 2024 su deseo de ser llamada presidenta con “A”, enfatizó. Ha indicado que aquello que no se nombra, no existe. Antes puntualizó que llegó el tiempo de las mujeres. El mensaje es claro, el alcance, también. No es meramente estético o lingüístico. Promete transformaciones importantes.
Sí, hace ya tiempo que esa “a” se ha consolidado en el vocablo aludiendo a quien encabeza la jefatura del Estado. Para el caso mexicano, como en tantos otros, está más que admitido el empleo de la palabra ‘presidenta’ y con un sexenio por delante, se consolidará con toda normalidad.
Si bien, la terminación ente es neutra e incluyente para mujeres y valores (presidente, comandante, estudiante) el tiempo dirá qué prevalecerá. El Diccionario de la Real Academia recoge “comandanta” como mujer del comandante. Acaso sea ya hora de modernizar el vocablo, añadiendo la acepción de persona del sexo femenino que encabeza las Fuerzas Armadas de un país, como evidente realidad. Ya será el caso de México.
Nueva etapa en defensa por la Patria
Ante este hito en la historia de la República que cumple en 2024, año de su ascenso, su propio bicentenario y en esa tesitura se verifica tan trascendente acontecimiento, empatando, es que no deja indiferente a nadie. Nuestras Fuerzas Armadas, no conociendo un precedente de tal magnitud que tengamos por cierto, supone iniciar para ellas una nueva etapa en su afanada tarea por la defensa y el bienestar de la Patria.
Ciertamente, hace ya lustros que registran a su interior la valiosa incorporación de las mujeres que, cuerpo a cuerpo, contribuyen con los varones militares a la construcción de México desde esa trinchera. A los sucesivos planes nacionales de desarrollo que han trazado la igualdad entre mujeres y varones, los materializan los continuados programas de los gobiernos federales instrumentando apoyos y rutas de inclusión, procurando el ascenso en las corporaciones castrenses, dando cumplimiento a directrices de incorporación de la mujer, adecuando, abriendo estamentos y programas para sumarlas con la perspectiva de género en todos los ámbitos profesionales castrenses posibles en sus diversas corporaciones.
Desmonta paradigmas
La mujer está presente en todos los institutos de nuestras Fuerzas Armadas y continúan escalando jerarquías, dando la debida y adecuada cabida femenil, cuyo emprendimiento fortalece a nuestras Fuerzas Armadas. Su presencia, cada vez más visible, apareja a ser promotoras de la igualdad, a desmontar paradigmas, a acrecentar sus estudios, a emprender para ascender en los grados castrenses, significando la oportunidad de incorporarse a nuevas tareas de alta responsabilidad, en paralelo a la obtención de los correspondientes grados académicos y militares asignados, acordes con los méritos, disposiciones legales aplicables y alcances conseguidos y requeridos al efecto. Esto, en conjunto, ha permitido que nuestras Fuerzas Armadas se estén destacando por la incorporación de la mujer cada vez más ostensible e igualitaria, siempre valiosa.
Así, el ascenso de la primera comandanta suprema de las Fuerzas Armadas pone el acento inevitable e ineludible en el papel sostenido y destacado, necesario de la mujer en nuestros institutos armados. Presencia de gran valía, cumpliendo a cabalidad con los altos principios que rigen tan destacada y loable labor de entrega a México.
Evoluciona a espacios ejecutivos
Asimismo, en los recientes lustros la presencia femenil en las Fuerzas Armadas ha evolucionado hacia espacios más ejecutivos, rangos operativos, funciones de largo alcance y de alta responsabilidad dirigidas a la dirección y preservación de las instituciones militares que las conforman. Ha sido una tarea constante y ascendente en su repercusión y resultados. Visibilidad de la mujer en los cuerpos militares augura incrementarse en los próximos años en pro de la Patria. Después de todo, la nación la conforman sus hijos y ellas y ellos de pleno derecho, construyéndola a diario muy particularmente, con el desempeño recio, decidido, elocuente y destacable desde las Fuerzas Armadas, que no pueden prescindir de ambos. El aporte femenil es toral.
Al arribar la doctora Sheinbaum a presidir las Fuerzas Armadas, la mujer ya tiene una presencia extendida en muy diversas áreas, de la enfermería a la contaduría, en los servicios legales, las ingenierías de diversa naturaleza, como operadoras, con rangos operativos, con creciente presencia académica en sus diversos institutos, controladoras de vuelo y hasta participando en misiones de paz en el exterior, resultando en una participación en tierra, mar y aire reforzando sus unidades administrativas y operativas.
Es el resultado del esfuerzo conjunto y la dedicación que perfilan las enormes labores y trascendentales tareas que desempeñan nuestras Fuerzas Armadas en servicio de México. Su presencia en ellas, es un claro objetivo de hacerlas partícipes y ser parte de la Nación al completo, y a ella se deben y por ella nace su vocación de servicio desde el ámbito militar.
Hay ahora, desde luego, nuevos retos que involucran definir estrategias, establecer mecanismos eficaces en la operatividad y cumplimiento de la alta misión encomendada a nuestras Fuerzas Armadas.
Fortificará misión en pro de la nación
La mayor incorporación de la mujer con base en su desarrollo y méritos al interior de nuestros institutos armados, propiciándola, impulsándolas de manera decidida, los robustecerá, actuando con la perfeccionada perspectiva de género. Su aporte contribuirá a fortificar la encomiable misión y objetivos directos perseguidos en pro de la nación entera.
Así, el sexenio que encabezará la doctora Sheinbaum puede contribuir de manera superlativa al perfeccionamiento y crecimiento exponencial del aparato castrense al completo, tratándose de la mujer muy en específico, redoblando esfuerzos para su desarrollo y capacitación, redituando en su escalamiento en grados y responsabilidades, lo que entraña participar de manera equitativa en el robustecimiento del aparato castrense para el engrandecimiento de nuestros institutos armados. Una corresponsabilidad compartida en pro de México.
Datos del gobierno de México precisan que la mujer en nuestras Fuerzas Armadas ha alcanzado honrosos cargos en el escalafón, tales como el de general, brigadier (6), así como de brigada y de división, coronel, mayor u oficial.
En la Marina Armada de México a febrero de 2024 ya la conforman 22.6% de mujeres, cuando en 2019 representaban el 11.9%. En el Ejército un 11% a junio de 2024.
En 1934 se integró a las Fuerzas Armadas la primera mujer, María González de Cartes, como afanadora de primera en el servicio de intendencia general. 90 años después, asciende como
nuestra primera Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas, en calidad de presidenta de la República, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo. Su llegada ha de significar un decidido impulso a la mujer en los escalafones de nuestros institutos armados, propulsando la igualdad, la colaboración y el compromiso existentes en pro, continuar expandiendo su presencia, reafirmando la inclusión.
Vocación castrense con rostro de mujer
Es una oportunidad de órdago, excelsa, de contribuir al enriquecimiento de la vocación de servicio en estos pilares de la República, cuyo rostro de mujer es visible y, sin duda, promete, augura, acrecentarse para beneficio de la Patria.
Saludemos a la doctora Sheinbaum, cerremos filas en torno al significado profundo de su misión y guía al frente de nuestras Fuerzas Armadas. Es un aliciente en favor de la mujer, inconmensurable. Su presencia abonará a complementar la visión, la percepción de nuestras Fuerzas Armadas y planteará el rumbo de la Patria. Será un aporte significativo, no cabe la menor duda, desde la responsabilidad que entraña su cargo, y desde el género desde el cual lo asume.