Por: Jonathán Torres. Periodista, ex director de Forbes para América Latina y actualmente socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing.
Vivimos tiempos en los que la confianza lo es todo. Esa firme determinación que se tiene de alguien o algo es muy valorada, sobre todo cuando en muchas esferas de la sociedad domina la desconfianza. Según encuestas del Inegi en seguridad, las Fuerzas Armadas se colocan entre las instituciones con mayores porcentajes de confianza y respeto entre los mexicanos. Sin embargo, nada está escrito en piedra, por lo que este valor intangible puede perderse en cualquier momento.
Las Fuerzas Armadas son organismos profesionales, cuya misión a grandes rasgos es proteger a la nación, a fin de mantener la seguridad interior, lo que deriva en una estabilidad económica y social en beneficio de todos. Entre sus misiones está auxiliar a la población civil en casos de desastre, así como mantener la integridad, estabilidad y permanencia de las instituciones que conforman el Estado Mexicano.
En el marco del cambio de gobierno de México, que ha dado paso a la llegada de la doctora Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República, los actores que conforman a la nación definen el papel que jugarán en los nuevos tiempos.
FFAA, bajo escrutinio público
En los próximos años, las Fuerzas Armadas enfrentarán un triple desafío, que podría alterar los grados de reconocimiento que tienen en la sociedad mexicana.
El Ejército mexicano es apreciado y respetado como un legado de la Revolución Mexicana, afirma Pamela Gómez Bañuelos en el texto titulado “Confianza en juego: las Fuerzas Armadas Mexicanas en la opinión pública de la transición”, reproducido en la Revista Mexicana de Opinión Pública. La transición política en México, añade, pero sobre todo la guerra contra el narcotráfico emprendida por Felipe Calderón, las obligó a salir del cuartel y a exhibirse ante la opinión pública.
Conforme asume tareas que se agregan a las labores que tradicionalmente han llevado a cabo, las Fuerzas Armadas se ubican en una posición que las sujeta más al escrutinio público y, por tanto, estarían obligadas a rendir cuentas por sus labores, que no son de seguridad nacional y ofrecer buenos resultados.
Fuerzas Armadas, aprueba
Frente a eso, se aproximan tres grandes desafíos que pondrán a prueba la reputación de las Fuerzas Armadas:
Primer reto: ¿cohabitará la seguridad pública con la nacional?
El primer reto que empezará a tomar forma en el corto plazo, está en las tareas de seguridad pública que deberá asumir en el marco de la reciente reforma a la Guardia Nacional. ¿Cómo cohabitará la seguridad nacional con la seguridad pública?, es uno de los principales desafíos que las Fuerzas Armadas tendrán que resolver, ya que asumir las tareas de seguridad pública podría significar un riesgo en el cumplimiento de las misiones que, desde su creación, han defendido.
Es cierto, el modelo de seguridad pública que ha existido a lo largo de los años en México representa un fracaso monumental. El clima de inseguridad y los grados de impunidad que hoy se registran son una manifestación de ello. Los cuerpos de policía civiles no gozan del reconocimiento de los ciudadanos, al tiempo que hay voces que sostienen que nunca perdurará el proceso de construcción de una policía que cumpla con su labor, si no depende de un órgano militar. El problema está en que el objetivo de las Fuerzas Armadas no es el mismo que la misión de las policías de barrio: la militarización de la seguridad ciudadana no es conveniente.
Segundo reto: deterioro de servicios
El segundo reto a enfrentar tiene que ver con las condiciones presupuestarias que las Fuerzas Armadas. Tendrán para atender los frentes asumidos en años recientes y los que podrían sumarse. Las necesidades son muchas, la exigencia por cubrirlas es alta, pero cada día los recursos para su atención son más escasos. El estado que hoy guardan las finanzas públicas orilla a recortes en partidas presupuestales, lo que podría deteriorar la calidad de la atención social.
Las Fuerzas Armadas no podrían escapar a esta circunstancia. Así, en un entorno en el que el recurso público es poco e insuficiente, podría complicarse el buen desempeño de las Fuerzas Armadas en todas las actividades en las que hoy opera.
Por órdenes presidenciales, se entiende que entre las nuevas misiones está administrar aeropuertos, operar una aerolínea, entre otras cosas, pero también se tiene muy presente que la función militar no es generar dinero. Bajo esos términos, el presupuesto para operar el cúmulo de tareas podría deteriorar los servicios prestados por las Fuerzas Armadas.
Tercer reto: rendición de cuentas
El tercer reto, impulsar, desarrollar y sostener una política de transparencia y rendición de cuentas en las tareas que no están reservadas bajo la categoría de seguridad nacional.
Al paso de los años, la sociedad mexicana ha construido y defendido una cultura en la que se conozca el destino de los recursos públicos y los resultados de su uso. Es decir, hay una exigencia ciudadana de aplicar un presupuesto basado en resultados.
Así, las tareas que, por su naturaleza, deben mantenerse bajo resguardo y reserva, tienen que sostenerse bajo ese carácter, pero las Fuerzas Armadas también deben estar sujetas a un ejercicio de rendición de cuentas y reporte de eficiencias en aquellas tareas que no necesariamente son de seguridad nacional.
Sin embargo, hay dos principios que no están sujetos a discusión alguna: uno, las fuerzas de seguridad deben rendir cuentas a la población civil, a la que deben proteger y servir; dos, los sistemas de seguridad y de justicia que incorporan los derechos humanos y las normas del derecho humanitario generan un entorno más seguro y confiable para los ciudadanos.
En términos generales, la suma de responsabilidades otorgadas a las Fuerzas Armadas, si bien podrían significar una acumulación de poder, tendría que ser vista como una prueba de fuego de las Fuerzas Armadas pues, en caso de no tener éxito en todas sus misiones, sus grados de reconocimiento en la sociedad mexicana podrían verse perjudicados y, frente a un escenario así, perderíamos todos.